Lanzarote es una de las más fascinantes de las Islas Canarias. Nada más poner un pie en la isla, te das cuenta de los colores únicos de sus paisajes volcánicos, que contrastan con el azul del Atlántico. Apenas hay árboles, pero la vida vegetal es sorprendentemente exuberante y hermosa. Los pueblos están llenos de casitas blancas y el horizonte es infinito. Aquí la naturaleza convive con el arte.
Más de 100 volcanes dan forma a los paisajes casi lunares de la isla. Uno de los más impresionantes es el Parque Nacional de Timanfaya, donde puedes observar 25 cráteres, o comer en uno de los restaurantes más originales del mundo, El Diablo, donde la comida se cocina utilizando el calor natural de la tierra. Igualmente impresionantes son los parques naturales de las islas Chinijo y Los Volcanes. Este último sorprende a los visitantes con su Charco Verde, una asombrosa laguna verde y verde conectada con el océano por grietas subterráneas.
Lanzarote es sinónimo de volcanes, campos de lava, rocas de formas imposibles, tierra negra y roja que contrasta con las típicas casas encaladas, el azul profundo del mar y el cielo azul claro. El paisaje de la zona más oriental de Canarias también contiene montañas agrestes y onduladas, preciosas playas de arena blanca y dorada, frondosos palmerales… y el silencio, que también forma parte enigmática del paisaje lanzaroteño.
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